Algo que Valga la Pena, II parte.
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Algo que Valga la Pena, II parte.

31 de Octubre, 1996.
3:30 de la tarde, 8:30 horas antes de la noche del Diablo.

Ya en la oficina con mis socios de negocios nos dimos cuenta de que nadie sabía ni un pito de los tipos que me atacaron, no tenían marcas, señas particulares ni nada ritualístico o distintivo, sólo eran un grupo de Freaks feos en demasía al servicio de alguien, tal vez nuevo en la ciudad. Estábamos todos intentando encontrar algo que nos dijera quién demonios eran esos tipos. Marty jugando con sus cuchillos como si nunca hubiese sabido que se podía cortar, Paúl sin más que hacer que esperar que corriera la sangre de Marty para burlarse de él en su cara, Anita jugando ruleta rusa con el viejo André que no se percata de ello pues está esperando a que regrese Rick, el niño, quién sabe bien dónde buscar lo que cualquiera necesite, él es la última esperanza de saber algo, y tal vez la más grande.

6:00 p.m.

Por fin llegó el niño y al parecer trae noticias, pero las consiguió de manera no muy frecuente en él, tambaleándose y con una respiración demasiado agitada llega ante nosotros, aquel que fue criado entre criminales y pandilleros aprendiendo a sobrevivir en una selva de asfalto y drogas… ahora está herido y si no apresuramos nuestras manos podría morir. Pasaron las horas como si fueran segundos… la sangre corrió… su respiración se calma, mientras André y Anita no encuentran como detener el sangrado, de poco a poco se detiene la respiración… poco a poco… mientras las manos de André se mueven con prisa y miedo, lento… se desvanece, y entre los últimos suspiros que salen de su boca sólo se alcanzan a distinguir unas palabras, un par de palabras, que de ninguna manera valen la vida de un joven de 19 años. – Salón de la Opera.-

…Y sin más nos deja, nuestro niño, con una sonrisa en la cara, como siempre anduvo en este mundo.

Bueno, sólo teníamos el nombre de un lugar y la idea de no dejar que Rick, el niño ¡nuestro niño! se fuese así sin ser vengado. Todos estábamos armados y dispuestos a ir a ese lugar, pero antes dimos un entierro digno a Rick.

 

 

Más tarde, y ya sin lágrimas en los ojos, llegamos al Salón de la Opera, había evento esa noche. Miles de millones de dólares en joyas y prendas finas entraban por las puertas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, todos por igual con el único fin de lucir su supremacía ante los demás, en medio de ese circo se dio a notar mucho la gallardía natural, ese ser que sin quererlo se nota fino y de clase. Ahí estaba nuestro hombre.

Lo habíamos acordado como era nuestra tradición y Anita sacó el popote más largo, así que seria a su estilo, lo cual a Marty no le agradó mucho, pero ni modo. Un disparo al aire causó conmoción en la gente, el tumulto inició, todos a excepción de nuestro hombre salieron corriendo como ratas en un barco que se hunde, la apertura la hizo Anita, un certero disparo a la rodilla izquierda iba a hacer que nuestro objetivo se doblara, pero en el momento del disparó un hombre salto en medio del camino de la bala y la recibió, en seguida lo reconocí era uno de los tipos del antro, aun tenía un parche en la nariz (lo cual dibujó en mi cara una pequeña sonrisa) los disparos certeros quedaron atrás y comenzó una balacera de película, sangre y gritos cubrían la calle mientras que hombres y mujeres caían muertos o heridos, nuestro hombre fue llevado a un auto blindado y sus guardaespaldas se quedaron haciéndonos frente, ahí cometió el primer error, logramos capturar a uno de ellos con vida, bueno… casi no, pero lo salvamos.

11:30 p.m.

Esa noche mientras la ciudad de Los Ángeles ardía por enésima vez, nosotros dejamos a André hacer lo que mejor sabía hacer, si lograba que las máquinas hicieran lo que él quería porqué no lograrlo con un hombre, es una máquina… más compleja, pero una máquina a fin de cuentas ¿Recuerdan que esos tipos parecían cosas torturadas por la Inquisición? Pues creo que no estaba tan lejos de lo que eran ya que se le puso difícil el trabajo a André con ese tipo, tuvo que recurrir a sus más efectivos métodos.

¿Has pensado el dolor que causaría en ti el ser rebanado como un gran jamón mientras estás vivo y recibiendo preguntas de todas partes? Claro, eso no será sólo una vez, ni una noche y mucho menos es la promesa de morir así, sabes que te curarán y esperarán a que estés mejor, al menos físicamente, para poder continuar contigo hasta que digas lo que quieren oír, pero cuando eso pase no saldrás de ahí, al menos no hasta que ellos confirmen tu información y puedan estar más tranquilos, eso sería algo malo ¿verdad? Pues lo que André le hizo a ese tipo tiene poco que ver con esto, esto que te cuento es sólo algo para asustar niños.

En menos de diez horas teníamos nombres y direcciones de varios de los tipos que me atacaron en el antro aquel, recibimos el amanecer mientras que en una gran fogata de llantas ardía lo que había quedado del tipo aquel.

Bien… era hora de descansar.

1° de Noviembre, 1996.
Chicago, Cercanías del Parque Washington.

Una gran ofrenda hecha por mis compatriotas latinos adornaba una de las orillas de Lincoln Park, yo sólo pasé por ahí a dejarle una flor a mis abuelos y a Rick, me dirigí a Cabrini Green, la parte turística de la ciudad ¿Notan el sarcasmo, verdad?

Un gran palacio de varillas y medias paredes era el que correspondía con la dirección que tenía, en un principio creí que la información había sido errónea, que el tipo aquél que ahora era poco menos que comida de ratas nos había mentido, pero me equivoqué. Al llegar al último cuarto de esa casa, que más que casa parecía el sobreviviente de un bombardeo, pretendía encender un cigarrillo y llamar a los demás para avisar del engaño que habíamos recibido por información, pero lo que vi ahí sólo encendió más mi rabia, ahí estaba lo que quedaba de Juliana, una de las amigas de Alyn, había sido torturada y asesinada, pese a mi dolor y rabia me aventuré a ver el cadáver con detalle, lo que llamó mi atención fue que en varias partes del cuerpo encontré ‘heridas gemelas’ como de agujas muy gruesas o incluso varillas, de repente sólo escuche una tenue voz que me decía –Por tu bien y el de los que quieres sería mejor que te largaras de esta ciudad, deja el trabajo sucio a los que les gusta ensuciarse las manos– cuando me di cuenta de donde venía la voz sólo reconocí a uno de los acompañantes de las amigas, era el tal Jack, estaba mal herido y parecía que iba a morir, pero cuando lo quise ayudar me detuvo y me pidió que me largara que lo dejara a él y a sus amigos terminar el trabajo, en ese momento se levantó como si sus heridas ya no importaran y se marchó caminando.

 

Era obvio que ahora, menos que antes, me iría de ahí pretendiendo que nada había pasado, ahora que sabía de lo que esos tipos eran capaces sólo me quedaba adelantarme a lo que ellos pudieran hacer, pero fue tarde cuando me di cuenta de que pensaban rápido, bastante rápido.

Llamé a casa para avisarle a mi padre que se llevara a las mujeres a casa de un tío que vive en Texas cerca de una reservación india, pero fue muy tarde (les digo que esos tipos pensaban rápido), al llamar me contestó una voz que no conocí
a, era el jefe, el verdadero jefe, sólo me dijo que esto ya había ido muy lejos, que él no estaba dispuesto a perder su tiempo con uno del rebaño, que si yo me entregaba ya no le haría nada más a mi familia porque además ya se estaba aburriendo de sus gritos, no tenían estilodijo el desgraciado (segundo error: nunca, jamás te metas con los que quiero). Eso sólo me dio la oportunidad de recurrir a alguien más, un amigo que hacía años no veía, Paco.

Un exmilitar que ahora se ganaba la vida negociando armas con los mejores capos de la frontera ¿Podía ser un buen recurso, no? Él tardó un par de días en llegar, pero hizo lo que le dije, trajo las cosas suficientes para volar el fuerte Knox, bueno… tal vez un poco menos, pero era lo que le había pedido.

(Continuará…)

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